martes, 2 de septiembre de 2008

Diarios de Aprendizaje... ¿Para qué?

Bueno, lo admito. A menos que sea para escribir mis cuentitos pachecos en la Rosetta, diarreas mentales, postear en Le Foro, y hacer mis registros oníricos relevantes, el sano ejercicio de la Escritura no es algo que me agrade. Pero si algo he aprendido en la práctica docente, es que el Diario de Aprendizaje del Maestr@ es la herramienta que te facilita la vida.

No obstante, muchos nos mostramos reticentes (je,je) porque en México no es algo que se acostumbre hacer. Y más cuando solo escribo para mí, me surgen miles de pretextos geniales:

- No me da tiempo...
- Salí con mi novio...
- No estoy inspirada...
- ¿Para qué, sino hice nada interesante?
- Es que me dió flo flo...
- Es que la plática estaba bien buena...
- Me dió hambre...
- Es que no me gusta que critiquen mi prosa...
- Se van a fusilar mis ideas, no apoyo la piratería...
- Se me acalambra la mano si escribo mucho...

Así que he armado los retazos que conseguí. Antes, en el Taller de Formación de Maestros, nos pedían dos diarios: el de Aprendizaje y el Personal. Así que no puedo decir que conozco la estructura al 100 %, pero también es una regla que el Diario siempre llevará el formato que mejor te acomode. Por ejemplo: yo empezaba siempre haciendo un recuento de lo realizado, apuntaba mis proyectos, estrategias para llevarlo a cabo, pros y contras, y... algo así como mis quejas de las travesuras de los niños, sus papás, mis compañeras, mi jefa, etc. Pero me desahogaba... No era el Diario ideal, pero sí me funcionaba.

Caro Castañón me dijo cómo trabajan sus Diarios de Campo en la Normal de Especialización. Me dice que en una hoja apuntan todo lo que hicieron; en la otra analizan sus actividades haciendo crítica constructiva; en la tercera hacen su planeación para la siguiente sesión. Creo que ahí ya está mas práctico para todos ¿no? Bueno, yo agregaría la de las quejas para desestresarme, pero en verdad, se me acalambra la mano si escribo mucho... pero depende de cada quién.

Quiero negociar con mi jefa para entregar mis diarios on-line, más que nada por evitarme calambres en la mano. Si me dice que sí, los podrán leer.

A ver que dice...